PRIMER PASO
1 calabaza
2 atados de espinaca
250 g de queso mozzarella
Lavar muy bien la calabaza y cortarla en discos de un centímetro de ancho. Blanquear en una olla a partir de agua hirviendo
durante 5 minutos hasta que estén a punto, es decir, cuando se compruebe que el centro aún está un poco duro. Retirar del
agua, enfriar bien rápido en un bañomaría invertido (en agua fría con hielo). Pasar a un repasador, secar bien y reservar.
Lavar muy bien las hojas de espinaca, retirarles el cabito y secar. Reservar. Luego, cortar el queso mozzarella en trozos
pequeños y reservar.

SEGUNDO PASO
2huevos
Sal
Pimienta
150 g de queso parmesano rallado
300 g de pan rallado
En un bol colocar los huevos, condimentarlos con sal y pimienta y batirlos un poco para desligar las claras.
Mezclar el pan rallado con el queso parmesano rallado en un plato hondo. Tomar dos discos de calabaza, colocar entre medio
un poco de espinaca, mozzarella y más espinaca. Pasar todo por los huevos batidos y luego por el pan y queso rallados. Seguir
con el resto de la calabaza. Llevar a la heladera por 30 minutos, retirar y volver a pasar los discos por el huevo batido
(duplicar su volumen con agua fría), pasar otra vez por el pan rallado con el queso y llevar a horno a 200 grados en una placa
con un poco de aceite de oliva hasta dorar bien de ambos lados. Retirar y servir bien calientes. Es un plato ideal para acompañar
con un ensalada fresca.
El doble apañado (es decir, pasar dos veces por huevo y pan rallado o, en este caso, pan y queso rallados) sirve para que
las milanesas no resulten secas y para que se doren mejor al cocinarlas. Mediante esta técnica de preparación, la cobertura
de las milanesas queda gruesita y crocante y el relleno (como el de esta receta, de verdura y queso) permanece a punto, jugoso
y sin aceite.

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